miércoles, 2 de agosto de 2017

EL SECRETO DE LA PIRÁMIDE: ¡comienza el juego!

Santander, 1 de agosto de 2.018

Los sobrinos crecen y le brindan a uno la oportunidad de ponerse nostálgico y desempolvar recuerdos del pasado...
Hoy, con un buen cuenco de palomitas entre manos, nos hemos sentado en el sofá de casa para ver "El secreto de la pirámide", una película de 1.985 producida por Steven Spielberg y dirigida por Barry Levinson.


La cinta fue pionera en algunos aspectos relacionados con la fotorrealidad que, merced al trabajo de un jovencísimo John Lasseter, permitieron introducir por primera vez en la historia del cine un personaje creado totalmente por ordenador presentándolo como si hubiera sido filmado mediante un método convencional...


Sus efectos especiales han soportado con extraordinaria solvencia el peligroso paso del tiempo y sirven de complemento perfecto al fantástico guión original escrito por Chris Columbus, quien no pretendía reproducir las hazañas de Sherlock Holmes descritas en las obras de Sir Arthur Conan Doyle, sino especular, desde la más profunda admiración, acerca de cuales pudieron ser las circunstancias que moldearon el carácter frío y calculador del arrogante detective conocido en el mundo entero.


Londres, 1.870. Sherlock Holmes (Nicholas Rowe) y John H. Watson (Alan Cox) coinciden en la universidad. No lo saben aún: acaban de conocerse, pero están a punto de comenzar su primera aventura juntos...


Hace unos años, seis antiguos alumnos de la prestigiosa Brompton Academy decidieron montar un negocio juntos. Pidieron unos préstamos a sus padres para construir un lujoso hotel y viajaron a Egipto pues aquella parecía una tierra de enormes oportunidades. Contrataron a un arquitecto y comenzaron las obras pero lo que en principio iba a ser solo una aventura de negocios se convirtió muy pronto en un impresionante hallazgo arqueológico. Descubrieron una pirámide subterránea: la antigua tumba de cinco princesas egipcias. Recogieron todas las reliquias y tesoros que hallaron y se prepararon para trasladarlos a Inglaterra, pero los aldeanos de la zona consideraban que estaban profanando un lugar sagrado. Hubo un gran tumulto: su vida corría peligro y el ejército británico tuvo que enviar a sus tropas para socorrerlos. La aldea entera ardió hasta consumirse. Murió mucha gente, pero ellos salieron vivos de allí. Regresaron a Inglaterra y cada uno siguió su camino. Un año después del incidente, todos ellos recibieron una carta de un joven de ascendencia anglo-egipcia cuya cabecera estaba adornada con el símbolo del Rametek, un grupo de fanáticos religiosos, despreciados por la sociedad a causa de sus rituales violentos y sádicos, que rendían culto a Osiris, el dios de los muertos. Él y su hermana estaban en Londres, con su abuelo, cuando se enteraron de la destrucción de su pueblo. Sus padres habían muerto durante el ataque y el chico juraba vengarse y restituir los cuerpos de las cinco princesas egipcias...

No hay comentarios:

Publicar un comentario