miércoles, 10 de enero de 2018

CORAZÓN DE NÁPALM: dos vidas condenadas a encontrarse

Santander, 5 de enero de 2.018

“Corazón de nápalm” es una de las novelas que Mercedes Corbillón recomendó cuando, después de los atentados terroristas de Cataluña, Susana Pedreira dedicó su programa de radio a la ciudad condal.


En nuestras relaciones sociales con los demás, siempre representamos un papel, aunque sea de forma inconsciente: no nos mostramos tal y como somos, sino como desearíamos ser vistos, disimulando los defectos o las debilidades de que nos avergonzamos, extremando la cortesía y la educación de modo forzado. Cuanto más desconocida es la persona a la que deseamos cautivar, mayor es el disfraz y el esmero que ponemos en la representación.

La catalana Clara Usón funde dos novelas en una, y teje dos historias entrelazadas con las que en 2.009 ganó el premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Las vidas de Fede y Marta avanzan por el mismo rail, condenadas a encontrarse, revelando la cruda realidad de dos mundos diferentes.

En 1.984 él tiene trece años y vive en Santander con su padre, su madrastra y la hija de ambos. Suyos son los capítulos impares…
Es un inadaptado social con un complejo de Edipo galopante. Su ‘conjura de los necios’ le lleva de vuelta a Barcelona, de donde se marchó hace un año, dejando atrás a una madre heroinómana a la que no ha vuelto a ver desde entonces.

 “I was born to lose…
Soy el chico olvidado del mundo,
con el corazón lleno de nápalm,
buscando que destruir…”

Los capítulos de Marta son los pares…
Ser artista es una búsqueda perpétua que no lleva a ningún lado, porque, cuando parece que encuentras una salida, estás perdido: dejas de indagar y abandonas el laberinto. Ser artista es una actitud, una disposición, un estado de ánimo…, con independencia del resultado.
Lamentablemente, en la pintura prima la idea sobre la práctica. El arte conceptual es una tomadura de pelo, pero también una buena manera de ganar dinero. Los nuevos ricos se dan de tortas por conseguir una de esas estúpidas obras basadas en meras ocurrencias, lo más chocantes o provocativas posible, que sorprenden, escandalizan y, con un poco de suerte, incluso asquean: ¡que sea algo nuevo es lo único que importa!


Fruto de su colaboración con el gran Maristany surgieron algunos de sus mejores cuadros: él ponía la idea y ella la ejecutaba. La crítica no comprendía cómo era posible que el veterano artista hubiera alcanzado la plenitud a los ochenta y pico años... Ella era su plenitud, pero estamos en 2.004 y él ha muerto: ¿qué la deparará el futuro?

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